Notas interesantes

La característica peculiar de las fallas es la figuración satírica de un hecho social censurable. Tienen un tema concreto y responden a una intención crítica o burlesca. A diferencia de las simples hogueras y de las piras de trastos viejos, en ellas se representan escenas que aluden a personas, sucesos o comportamientos colectivos que los falleros consideran merecedores de corrección o dignos de irrisión. A mediados del siglo XIX dos temas ocuparon preferentemente a los falleros: la falla erótica y la crítica social.


Censura: En 1858, los falleros de la plaza del Teatro pretendían levantar una falla de movimiento con una alusión directa a las desigualdades sociales. Los versos eran de Josep María Bonilla. La falla fue prohibida por la autoridad, pero los falleros repitieron el tema al año siguiente. Por otra parte, con el nombre de falla erótica o tendencia anti-conyugal, la prensa de la época designaba un tipo de fallas, muy abundantes, que eran prolíficas en alusiones picantes o escabrosas mediante un lenguaje plagado de equívocos y que reflejaba una mentalidad hedonista.



 Durante todo el siglo XIX, el Ayuntamiento y en general también las instituciones de autoridad, mantuvieron una actitud vigilante y censora ante las fallas. Esta política represiva, justificada por la necesidad de modernizar y civilizar las costumbres de la ciudad, pretendía erradicar los festejos populares (Carnaval y Fallas, entre otros), y se intensificó durante los años setenta al establecer gravosos impuestos sobre el permiso de plantar fallas o tocar música.

La concepción moderna: Desde principios del siglo XX, las fallas abandonan la estructura dual (tablado/escena) y comienza a desarrollarse una nueva concepción de las mismas, en la cual los ninots no son ya la figura más impactante. La falla se compone ahora de la superposición de diversos elementos y niveles, fundamentalmente de tres: una base de escasa altura compuesta de repiés para las diversas escenas, un cuerpo central que sirve de sustentación del monumento y un remate. Este último suele consistir en una figura de grandes dimensiones constituida por un motivo alegórico capaz de condensar el tema que explayan y glosan las escenas inferiores.

El contenido de la falla no se halla ya inscrito solamente en una escena realzada por el tablado, sino que está latente en todo el conjunto escultórico y debe ser descifrado rodeando la falla y recorriéndola con la mirada de arriba abajo. La falla ahora debe ser fastuosa, imponente, majestuosa y sugestiva, visible desde la lejanía. Bajo la presión de los premios, las fallas adoptan como ideal modélico la monumentalidad, la proporcionalidad y el barroquismo.

Atracción turística y promoción: En 1927, la asociación para el fomento del turismo “Valencia Atracción” organizó el primer Tren Fallero. El acto tuvo tal éxito que la sociedad valenciana se volcó todavía más en las fallas, incrementando considerablemente el número de monumentos que se erigían. El crecimiento de la fiesta obligó también a una mejor organización. Así surgieron la Asociación General Fallera Valenciana y el Comité Central Fallero, que representaban a las comisiones y organizaban la fiesta.

En 1929, el Ayuntamiento creó un concurso de carteles para hacer promoción de las fallas y en 1932 se convirtió en la entidad organizadora y gestora de todo el programa de actos, instaurando la Semana Fallera. La mayoría de los monumentos eran obra de artesanos artistas especializados que durante varios meses vivían para la construcción de los mismos en sus talleres y que se habían organizado en la Asociación de Artistas Falleros. Fue en estos años cuando las fallas se convirtieron realmente en la fiesta mayor de los valencianos.


La tarea de la construcción de la falla: - "Cómo se preparan las fallas" es un artículo publicado en 1935 y firmado por Llopis Piquer que nos describe con bastante detalle cómo se confecciona una falla:

Primero es la elaboración de la maqueta, sobre esta se establece una escala para poder proyectar el monumento fallero. Lo siguiente que hace el artista es la carpintería, realiza el esqueleto de la falla. En ellas son los más importantes elementos: el cartón, el yeso y la cera, sin olvidar la madera de los bastidores ni la tela metálica cubierta de arpillera para las grandes masas.

Con estos sencillos materiales, los artistas valencianos compiten con los grandes y perdurables creaciones de la escultura, patentizando su valía con la erección de grandiosos monumentos.




 
La tarea más difícil y entretenida estriba en la confección de los moldes para las cabezas, moldes que saca el artista de un barro en el que plasma la efigie de una mujer o de un hombre según los casos, y que, vaciados en yeso, servirán para obtener una serie de cabezas en cera a las que bastará el aditamento de unos bigotes o la desviación de un ojo, o el añadido de un rictus a los labios para que dejen de ser humanas, yendo a constituir diversas personalidades dentro del conjunto de la falla.

Más fácil es la construcción de los cuerpos, para la que el cartón sujeto a moldes de yeso, a presión en mojado, da un margen admirable. Labor esta a la que se dedican los aprendices de todo artista fallero que se precie.





Muy difícil es el pintado de la cera. Muy pocos aciertan a saber infiltrar con sus colores el aspecto de vida que requieren los tipos de una falla; más, a fuerza de estudio y de perseverancia, el milagro se efectúa.




Otras formas de trabajar: hoy en día muchos artistas en vez de trabajar el barro utilizan otros elementos más rápidos y cómodos, estos elementos son o bien, el porespán expandido o hacen reproducciones en resina y fibra de vidrio. ¿Qué falta después de esto realizado? Montar los cuerpos metiéndolos dentro de un alma, esta vez de madera, para sujetar fuertemente materiales tan débiles como la paja, las telas, el serrín y la cera, y una vez en marcha y compuestas las personas, el mismo día de la plantá alinear junto a las paredes, mientras se clavan los bastidores y molduras a los muñecos, que en la oscuridad de la noche se confunden con la gente de verdad, llegando el observador a no saber distinguir entre lo real y lo fantástico.


Finalmente como indica la tradición, solo queda encender la mecha y prender fuego a la falla.

 
Los ninots indultados: cada falla selecciona un "ninot" o grupo de "ninots" del monumento que quedan expuestos al público y por votación popular se libera a uno de éstos de las llamas. El Museo fallero de la Ciudad alberga la colección de los Ninots que cada año, desde 1934, se indultan del fuego. Puedes visitar el museo en la Calle Monteolivete, 4 (teléfono de información 96.352.54.78). Si vienes a Valencia en otra época del año, no te preocupes, está abierto todo el año.

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